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El vaso precipitado, también conocido como beaker de laboratorio, se erige como una herramienta fundamental para diversos procesos experimentales. Su diseño simple, pero altamente funcional, lo hace un componente esencial en entornos científicos. El principal beneficio de su uso es contener líquidos y realizar diversas operaciones con esas sustancias sin que estas afecten el contenido o causen alguna reacción con el propio vaso.
Los vasos de precipitado, además de contener las sustancias, son instrumentos para realizar mediciones aproximadas de líquidos, hacer mezclas y llevar a cabo reacciones químicas. Su diseño permite un fácil vertido y manipulación, lo que los convierte en herramientas ideales para procedimientos donde se requiere movimientos delicados o una observación constante de los cambios en las soluciones que se están preparando.
Además, el vaso precipitado de laboratorio es adecuado para contener una amplia variedad de líquidos, desde soluciones acuosas hasta sustancias más densas. Por ello, su uso se extiende a campos como la química, biología y física, siendo un elemento imprescindible en la experimentación científica.
Estos recipientes pueden estar fabricados en cristal, vidrio o plástico especial, siendo el vidrio borosilicatado la opción más común en entornos de laboratorio debido a su resistencia química y térmica. De hecho, el vidrio borosilicatado es muy reutilizable y por tanto una opción respetuosa con el medio ambiente. A veces dichos vasos pueden incluir componentes de teflón u otros materiales resistentes a la corrosión. En algunos casos también pueden encontrarse vasos de precipitado hechos de metal.
Las capacidades del vaso de precipitado son amplias, pueden ir desde 40 ml hasta 500 ml. Asimismo, aunque depende mucho del propósito, el vaso de precipitado de 250 ml es uno de los más usado por su capacidad estándar; mientras que, el vaso de precipitado de 500 ml suele ser el más usado para reacciones químicas más densas o mayor cantidad.
Las marcas graduadas en el cuerpo del vaso precipitado permiten mediciones aproximadas o más o menos exactas dependiendo del tipo de vaso breaker, facilitando el trabajo de los investigadores. Sin embargo, la graduación es inexacta por la naturaleza del artefacto. Por su parte, la base ancha proporciona estabilidad durante el uso, evitando derrames accidentales. En la parte superior, la inmensa mayoría de vasos de precipitado, suelen tener un pico para controlar mejor el vertido del líquido. En cuanto a su forma, pese a que la mayoría son cilíndricos, pueden variar siendo más anchos o más estrechos.